Por Joan Rodríguez

Monitor curso Derechos Ambientales

 

El pasado 13 de octubre se llevó a cabo la segunda salida de reconocimiento territorial del curso en derechos ambientales. El destino escogido por nuestros estudiantes fue la laguna de Fúquene, que está ubicada al este de los Andes colombianos y hace parte del sistema hídrico que alimenta a una parte de los departamentos de Cundinamarca y Boyacá.

Gracias a la guía ofrecida por dos integrantes de la Fundación Humedales, pudimos conocer la amplia variedad de especies de fauna y flora que habitan la laguna, y las actividades económicas de la región; entender la red hídrica que sustenta la vida desde los páramos hasta el valle en el que está emplazada la laguna y acercarnos a los procesos que ha venido desarrollando la fundación con el fin de hacer frente a los conflictos ambientales presentes en la cuenca.

 

 

 

 

 

 

La laguna de Fúquene es un cuerpo de agua dulce que hace las veces de corazón de una rica red hídrica que tiene su origen, al norte, en los páramos de Guerrero y El Rabanal, y al sur en los páramos de Merchán y Telecom. Algunos de los afluentes que alimentan la laguna son los ríos Ubaté, Suta, Fúquene y quebradas como Quebrada Honda y Tagua. Por otra parte, el único efluente de la laguna de Fúquene es el Río Suarez, el cual atraviesa los departamentos de Boyacá y Santander para finalmente entregar sus aguas al río Magdalena.

Estos ríos y quebradas proveen de agua a poblaciones como Fúquene, Ubaté, Guachetá, Susa, Capellanía, Simijaca, Tausa y Sutatausa, cuyas principales fuentes de empleo son la ganadería, la minería, la agricultura, la pesca y la elaboración y venta de artesanías a base de elodea y junco, especies vegetales que habitan la laguna. Así mismo, de las aguas de la cuenca dependen 145 especies de aves, especies acuáticas como el capitán de la sabana, la guapucha, la carpa o la tilapia roja, el cangrejo y la langostilla.

 

 

 

 

 

 

Solamente 4 de las poblaciones que vierten sus desechos en la cueca cuentan con una planta de tratamiento de aguas residuales, el resto de las aguas residuales provenientes de estos centros poblados vuelven a los ríos y quebradas sin pasar por ninguna planta de tratamiento. Las excepciones más interesantes son Fúquene, San Miguel de Saboya y Susa, en las cuales la Fundación Humedales, con la ayuda de un fondo de cooperación económica alemana logro construir plantas de tratamiento no convencionales a base de buchón, lo cual las hace económicas y amigables con el medioambiente.

Tras brindarnos esta información nos adentramos a la laguna a bordo de dos pequeñas lanchas, pudimos observar tinguas de pico rojo, golondrinas, garzas, buchón de pantano, junco y elodea compartiendo el espacio con vacas, cultivos de hortalizas y grandes máquinas para extracción de lodo y de buchón. Estando sobre la laguna, se habló de que por fin se logró definir un plan regional de manejo integrado y que, a pesar de cumplir con todos los requerimientos, la Laguna de Fúquene no pudo ser declarada como sitio Ramsar por el impacto económico que tendría la prohibición de casi la totalidad de las actividades económicas del valle sobre la vida de cientos de familias que habitan la zona.

 

 

 

 

 

 

En conclusión, observamos que la Laguna de Fúquene es un nodo coyuntural en el paisaje en el que conviven tensiones entre lo humano y lo natural, la administración pública y la gestión autónoma de las comunidades, entre el bienestar de la naturaleza y el desarrollo socio-económico que requiere de la cooperación de toda la región para conservar el equilibrio del que dependemos, tanto las sociedades humanas como las demás especies con las que compartimos el territorio.