Por: Enda América Latina. Junio de 2018.
Desde los últimos años, en los que Enda América Latina, en coordinación con otras organizaciones ha venido planteando la estrategia del monitoreo ambiental comunitario para la construcción de gestión ambiental comunitaria, se han logrado valiosos aprendizajes, (que pasan por la necesidad de plantear reflexiones permanentes, el reconocimiento e incorporación de saberes locales, análisis colectivos espaciales, entre otros), se han construido y replanteado enfoques metodológicos a partir del enorme dinamismo y heterogeneidad de las experiencias de construcción territorial en el país.
De acuerdo a lo anterior, compartimos algunas reflexiones de Enda América Latina a partir de la experiencia teórico-práctica en varios territorios.
El monitoreo Ambiental Comunitario no es la lectura de instrumentos (para medir características físico químicas del agua o sus volúmenes, por ejemplo), o la apropiación de herramientas de monitoreo ambiental. La propuesta va mucho más allá de habilidades operativas, plantea la tarea de la comprensión profunda del territorio en sus complejidades, que pasa por el diálogo de saberes (académicos, culturales), por enfoques transdisciplinares, circunscritos en un territorio concreto que demandan fundamentalmente el enfoque espacial como un punto de partida. En otras palabras, no se puede entender un territorio sin estudiar la cartografía del lugar, sin conversar a profundidad con la gente que lo habita y sin incluir los saberes locales que sustentan la cultura y la sociedad local.
Lo anterior cobra sentido, teniendo claras las tensiones y los conflictos potenciales de tipo ambiental o territorial y fundamentalmente orientado por las apuestas políticas de la misma comunidad. Sólo con lo anterior, cobra sentido la adquisición de herramientas y experticias tecnológicas.
El Monitoreo Ambiental Comunitario posibilita la comprensión del territorio, ésta a su vez, se logra de manera gradual, demanda tiempo y atención, y por supuesto también requiere disposición al diálogo y la permeabilidad suficiente para aprender-desaprender frente a las lógicas-sentires locales. En esta perspectiva, como se mencionó anteriormente, el monitoreo corresponde a apuestas políticas de las comunidades en el contexto de conflictos ambientales, el fortalecimiento de acueductos campesinos y en general en casos de la construcción de herramientas para la gestión comunitaria del agua y del territorio.
Los contextos de la implementación de una propuesta de Monitoreo Ambiental Comunitario son diversos: el monitoreo para la adaptación al cambio climático y a la variabilidad climática; la generación de línea base ante la inminente llegada de un proyecto extractivo; la estrategia de monitoreo de un proyecto minero con años acumulados de impactos; el monitoreo para la apropiación, reconocimiento y protección del territorio, entre otros.
Cabe considerar también que en los territorios se manifiestan múltiples intereses y actores interrelacionados, ya sean estatales, corporativos o comunitarios, afectando a su vez en factores clave en el territorio como el uso del suelo y la apropiación del agua. En este contexto los objetivos estratégicos de la comunidad en su territorio son también dinámicos, y que el monitoreo ambiental comunitario está generando insumos concretos que pueden llegar a reorientar decisiones políticas de las organizaciones sociales.
Hemos encontrado casos, en los que el reconocimiento territorial (fundamental para el diseño de la estrategia del monitoreo), ha generado insumos técnicos que han cambiado radicalmente las apuestas políticas locales. Por ejemplo, el muestreo de caudales de agua y de Ph, por ejemplo, ha evidenciado la influencia de efluentes de minas abandonadas que pueden afectar con metales pesados y otros contaminantes las aguas de consumo humano. Lo que cambió radicalmente el eje de trabajo, pasando del diagnóstico ambiental territorial, a la evaluación de riesgo sobre salud pública.
De hecho, no son pocos los casos en que la presencia de metales pesados empieza a aparecer con claridad, lo que permite pensar, de manera preocupante, que el eje de trabajo en el futuro no sólo será la defensa de ecosistemas y territorios, sino la de la defensa de condiciones mínimas para la vida y la salud humana. Este panorama, por extremo que pueda parecer, se está presentando con cada vez mayor regularidad en los territorios. El monitoreo ambiental comunitario, también busca consolidar y enriquecer la capacidad de decisión y organización de las comunidades respecto a sus propias problemáticas ambientales.
Este enfoque parte de la necesidad de empoderar los procesos comunitarios y sociales en la defensa de sus territorios, ante de las enormes limitaciones que ha demostrado el Sistema Nacional Ambiental (SINA) durante los últimos años, parte también de la deplorable gobernanza territorial mostrada por el Estado colombiano cuyos ejemplos pueden observarse directamente en casos como los impactos de las minas abandonadas en los páramos boyacenses, o los impactos a la salud que está generando el Relleno Sanitario Doña Juana en las comunidades vecinas del sur de Bogotá. Es la apuesta por la capacidad creativa y organizativa de los pueblos de Colombia asumiendo el reto que implica la crisis ambiental sistémica que enfrenta nuestra generación.